Tienen entre 16 y 20 años, se conocen del grupo Scouts Íberos, y seis de los ocho que han viajado hasta Valencia para echar una mano viven en Arroyo de la Encomienda.
Carla, Alba, Silvia, Dario, Bedilu, Hugo y Paco, liderados por Elena Gordo, madre de tres de ellos, se han desplazado hasta los pueblos afectados por la DANA, Sedaví, Torrent y Algemesí, para ayudar a las familias «que lo han perdido todo». Equipados con ropa de trabajo, botas, mascarillas y las donaciones de material -dos karcher, carretillas, palas y cepillos-, de familiares, scouts y del arzobispado de Valladolid se fueron hasta Valencia con el único objetivo de prestar ayuda allí donde se necesitara.
«Ha sido un trabajo duro, pero la experiencia ha sido muy satisfactoria y nos hemos quedado con ganas de seguir ayudando», explican. Vuelven cansados, pero con amigos para toda la vida, y con un vínculo con Valencia que recordarán toda vida. «Son muy generosos y ayudan a los voluntarios con todo lo que pueden, apunta Paco. «Al principio nos miraban con desconfianza, pero una vez que empezábamos a quitar barro y mover muebles se entregaban y nos lo agradecían de corazón», comenta Elena.
Desolación y barro
Todo empezó cuando vieron las imágenes que llegaban de Valencia tras el paso de la DANA, de desolación absoluta, con calles y casas embarradas. Sintieron ‘que tenían que hacer algo’, «Igual no tenemos dinero, pero sí manos para limpiar las casas de las familias afectadas, es una obligación moral, asegura con vehemencia Darío Pindado. «Estuvimos en la nave de La Cistérniga echando una mano, pero nos supo a poco. Sabía que sí o sí tenía que ir, aunque tampoco tenía muchas opciones», explica Hugo Mollón.
El miércoles 6 de noviembre, al conocer sus inquietudes, Elena Gordo, enfermera del Hospital Río Hortega, decide cambiar días de sus vacaciones para acudir junto a los 7 jóvenes a Valencia. «No me pusieron ningún problema. Al contrario». A partir de ahí empezó las gestiones para la expedición a Valencia. «Tenía claro que si iba era para ayudar sin estorbar. Me puse en contacto con unos conocidos de Valencia y me corroboraron que había muchas familias desbordadas y toda mano era bienvenida. El director del SAMIC de la Diócesis de Valencia, Jorge García, nos ofreció el colegio de monjas ‘Madres de los Desamparados, en Valencia para quedarnos a dormir.
Resultados visibles
«Llegar de las zonas las afectadas a una residencia con comida caliente y ducha ha sido un lujo». El grupo iba al centro de control donde se reparte el trabajo, y de ahí a limpiar viviendas, garajes, una sociedad fallera… «Hemos sido un equipo muy eficiente, una verdadera cuadrilla de trabajo, que llegaban a una casa con gente desesperada sin saber por dónde empezar y 16 manos, con la cabeza fresca se ponían en marcha, ofreciendo soluciones prácticas con resultados visibles, dejando un nuevo espacio, limpio y despejado».
Ahí empezaban los abrazos, la emoción, los lloros de agradecimiento y saber que el viaje ha merecido la pena. Una experiencia vital que nunca olvidarán.
Algemesí | jueves 7 de noviembre
«A mi casa han llegado ocho ángeles desde Valladolid»
«El primer día, llegar desde Valencia a Algemesí, fue como pasar por dos mundos totalmente diferentes. En la capital todo discurría con normalidad y a escasos kilómetros, al cruzar un puente destrozado, llegaba al caos y la hecatombe, otro mundo», explica Elena. El jueves fueron a casa de Mª José a limpiar la casa de sus padres. Emocionada contaba cómo sus padres con movilidad reducida tuvieron que subir solos hasta el piso de arriba, cuando empezó entrar agua y pasar la noche en vela, hasta que ella llegó a la mañana siguiente. «Al principio Mª José no asimilaba que entrásemos a su casa a ayudar, no lo creía y nos miraba con desconfianza. Pero cuando nos pusimos a trabajar y vio como quedaron todas las habitaciones, flipó, se despidió con otra cara y nos dijo: «solo puedo decir que a mi casa han llegado ocho ángeles desde Valladolid».
Sedaví | viernes 8 de noviembre
«Hemos conocido cientos de historias impresionantes»
El viernes estuvieron en Sedaví. «Estábamos trabajando en un local y al lado vimos a un chico que estaba solo, limpiando una casa llena de agua», explica Paco. Era la casa de Manu, que como todas las de la zona tiene una planta baja muy profunda y larga y otra arriba donde viven sus padres. «Con las karcher, que allí han sido fundamentales, nos pusimos a limpiar y a quitar muebles pesados. ¡No se lo creía!». El grupo ha vuelto con miles de historias que les ha impresionado, como la inglesa que compró la casa dos meses antes y tenía todos los muebles nuevos; o la de Manu, que se jugó la vida para buscar a su madre; o el vecino, al que la tromba de agua le cogió en la autovía y tuvo que salir del coche y pasar la noche subido en un alto. Han despejados casas, derribado muebles a golpe de hacha y sacado armarios pesados a empujones, entre todos. Trabajos que los propios vecinos se veían incapaces de realizar hasta la llegada de esta gran cuadrilla arroyana.
Algemesí | sábado 9 de noviembre
«Hasta los ojos de barro»
En Algemesí estaba el centro de control parroquial, desde donde se recogían las necesidades vecinales y organizaban a los voluntarios. Les enviaron a limpiar la Falla del Cid. «En este local había mucha gente, acabamos pronto y nos mandaron a un garaje» explican. «Llegamos a la calle y había un montón de gente empujando agua, que luego vimos que venía del garaje. Fue el momento más duro físicamente y nos pusimos de barro hasta los ojos. Estuvimos más de tres horas sacando agua con cubos. Había mucha desorganización, era una locura», comentan. Allí conocieron a Dora, una paisana, que al verlos tan embarrados y cansados les ofreció una ducha en su casa y ropa limpia. «Tuvimos mucha conexión con esta mujer. Era fantástica y muy generosa», coinciden.
LAS FRASES
«Los scouts nos han enseñado a ser altruistas. Tenemos juventud y energía. Hay que ayudar». Paco Carbajo
«Ha sido duro. A veces tu cuerpo no podía más, pero la cabeza te decía que había que seguir». Silvia Pindado
«Hemos visto gente en shock, que cuando veían como avanzamos en la limpieza se emocionaban». Elena Gordo
«Cada uno ayudaba en lo que podía. Si esta ola de solidaridad fuese todo el año hubiésemos avanzado mucho más como sociedad». Dario Pindado
«Nos veían con las karcher y nos paraban para limpiar coches, locales… Éramos muy eficientes porque llegamos con la cabeza fresca y veíamos claro las necesidades». Alba Pindado
La expedición arroyana en fotos