Estoy plenamente convencido que prácticamente todo aquel que tenga garantizado el derecho al voto en España conoce, o por lo menos ha escuchado alguna vez, que existe una tremenda desigualdad en el voto dependiendo en qué lugar de la geografía se deposite el sobrecito con la preferencia política.
Pero también estoy convencido que pocos sabrían explicar técnicamente dónde radica esta desigualdad. En unos pocos párrafos trataré de aportar algo de luz:
El principal escollo radica en el territorio que se considera circunscripción electoral, y en España ese territorio es la provincia. Cada provincia tiene asignados un número de escaños, que se reparten en relación a la población, pero no de forma directa. Son las provincias menos pobladas las que reciben una representación mayor de la que les correspondería por su número de habitantes con derecho al voto. Por ejemplo, en Soria se necesitan 26.353 votos para lograr un escaño, mientras que en Valladolid, para lograr un escaño se necesitan 67.756 votos y 102.344 en Madrid. Así, en Madrid hacen falta 4 veces más votos para alcanzar un escaño que en Soria. Esto lo establece la ley electoral vigente y significa una tremenda distorsión en los resultados finales.
En segundo lugar, la regla D´Hont, que se aplica en España, reduplica el valor de los votos de los partidos más votados, con lo que obtienen tasas de sobrerrepresentación (exceso en el porcentaje de escaños sobre el porcentaje de votos obtenidos), en tanto los partidos menos votados se perjudican con tasas de subrepresentación.
Por último, el reparto de los restos de votos según la fórmula de la media más elevada introduce otro elemento de desigualdad en el sistema. Se suele hacer poco hincapié en este factor, que muchas veces es decisivo. Se llama restos a los votos sobrantes tras la asignación de escaños aplicando la regla D’Hondt, según la cual se dividen los votos obtenidos por cada partido entre cifras determinadas. La elección en nuestro ordenamiento jurídico de la media más elevada en el reparto, o sea, la atribución de los restos para obtener escaño a los partidos que obtienen medias más altas en el cociente votos/diputados, favorece a los grandes partidos, aumentando la sobrerrepresentación que ya de por sí contiene la fórmula D´Hondt para estos partidos.
Señores lectores, como pueden ver, miles de votos que miles de españoles depositan en las urnas, en muchas ocasiones se convierten en papel mojado que nada aporta a la elección final de nuestros representantes políticos. Una ley electoral excesivamente imperfecta que nadie quiere perfeccionar. El motivo, el que ustedes y yo intuimos: una ley que favorece a los grandes no se cambia porque perderían cuota de poder. No nos cuenten mentiras disfrazadas de verdad y nos tomen por tontos…
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