Quizás algo condicionados por los medios de comunicación, muchas personas de países democráticos infieren que tan sólo cuatro o cinco estados de nuestro planeta son los únicos que viven alienados bajo el puño de hierro de dictaduras despiadadas, donde los derechos humanos son violados de manera recurrente.
Rusia, China, Venezuela, Corea del Norte o Afganistán podrían ser los ejemplos más paradigmáticos, en los que suelen focalizar titulares los diarios e informativos como si fuesen los únicos casos. Pero, lamentablemente, nada más lejos de la realidad.
Actualmente 53 países en el mundo están sometidos a poderes dictatoriales. Si consideramos los 195 estados admitidos como tales por Naciones Unidas, significa el 28% de los países, o lo que es lo mismo, más de una cuarta parte de las naciones. En términos poblacionales estamos hablando que un 25% de personas en el mundo se hallan dirigidas por gobernantes poderosos que utilizan medios como la intimidación, el encarcelamiento, la violencia e incluso el asesinato para quienes se oponen a sus decisiones o, simplemente, las cuestionan. No obstante, algunas de esas dictaduras se pueden considerar híbridas, a medio camino entre el pluralismo y el autoritarismo.
La mayor parte de las dictaduras más brutales y violentas se localizan en África y Asia. En el continente africano actualmente 22 dictadores campan a sus anchas. En Asia, China y Corea del Norte lideran el ranking de otras muchas, menos conocidas, pero igual de despiadadas (Birmania, Arabia Saudita, Uzbekistán, Emiratos Árabes, Yemen, …). Algunos de los dictadores se han perpetuado en el poder, como es el caso de Teodoro Obiang Nguema, en Nueva Guinea Ecuatorial, donde lleva gobernando décadas, y otros mimetizan su ascenso en elecciones fraudulentas que sumen a sus ciudadanos en largos periodos de sufrimiento y pobreza.
Señores lectores, a pesar de nuestros problemas internos, estén orgullosos del país maravilloso en el que vivimos y den gracias de no pertenecer a ese 28%. Habitamos en una burbuja de bienestar que debemos mantener a buen recaudo. Es el gran tesoro del que muchas veces no somos conscientes y que anhelan millones de personas del planeta.
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