La conversación es franca, distendida, incluso hay risas y chascarrillos, desde lejos se diría que se conocen, uno parece un Ángel y el otro un señor vestido de blanco, el marco es incomparable, estamos a las puertas del cielo, hay nubes como algodones y suena algo parecido a música …celestial.
Supongo que estoy en un sueño o en mi imaginación porque puedo oír perfectamente al Ángel y al señor de blanco que ahora sí, le veo claramente, es el Papa Francisco.
- He de ser sincero contigo dice el Ángel, nos has sorprendido tremendamente, sabíamos de tu talante, pero has estado genial, vienes “oliendo a oveja” como tú mismo decías que debían oler los pastores y estuviste hasta el último día con tu rebaño.
- Además, prosiguió el Ángel, siempre estuviste en la “periferia” buscando a los pobres, yendo donde ellos estaban.
- Estuvimos muy atentos a tus sermones diarios, humildes, en Santa Marta, la residencia donde vivías.
- Tu mensaje siempre fue claro, universal y mantenido en el tiempo; respetar la vida y responder siempre con amor.
- Y hasta te atreviste a decir que había que perdonar todo y siempre… y en un mundo tan complejo y loco te atreviste a criticar los excesos del capitalismo y defendiste el medio ambiente.
Mi imaginación también me lleva a otro escenario: ¿y si no hubiera cielo?… ¿y si volviéramos al universo? ¿qué pasaría con su mensaje? ¿sería válido?
Me imagino al Papa, (su espíritu) sentado delante de una corte de estrellas y hasta puedo escuchar su conversación:
- Esta constelación universal siempre ha notado la energía positiva que Usted ha trasmitido, esa energía que en su planeta llaman “Amor” usted nunca dejó de emitirla, es una estrella más, bienvenido.
También imagino ¿y si no hubiera nada? Si la vida fuera un tiempo entre dos nadas, entre dos oscuridades.
En este caso recuerdo tus palabras, las mujeres y hombres, aun siendo ateos, todos nos encontramos en el bien, en hacer el bien. Se crea o no se crea en Dios, el hacer el bien nos une. Si no hubiera nada después de la muerte el bien hecho a los demás es el mayor signo de nuestra humanidad.
Me imagino al Ángel abriéndole la puerta y a Francisco intentando hacerle un regate con un trozo de nube, entrará como Francisco y como Jorge porque nunca dejó de ser el mismo aun siendo Papa y esta fue su principal virtud.