La niña encontró una lámpara mágica y como en todos los cuentos la frotó… y …apareció un genio.
- «Te concederé tres deseos», dijo.
- «Quiero ser inmortal», dijo la niña.
El genio le contestó que «humanizaría sus deseos» pues no le correspondía a él fabricar dioses sino hacer feliz a la gente por lo que le argumentó: - «Te concederé longevidad, vivirás muchos años y verás muchas cosas. Ahora dime tu segundo deseo».
- «Quiero tener todo el conocimiento del mundo», dijo la niña, a lo que el genio respondió: «como ya te dije, humanizaré tus peticiones por lo que te daré sabiduría que irá aumentando según cumplas años y ahora pídeme tu último deseo».
- La niña le dijo «quiero ser invencible, ganar todas las batallas y conflictos a los que me enfrente» y el genio le concedió los dones de la tolerancia y aceptación que se lograrían igualmente con el paso de los años ya que le dijo es imposible salir victorioso de todas las afrentas.
El genio, le dijo a la niña, «te he dado los mayores dones que se pueden dar, una larga vida para tener experiencias y vivencias, sabiduría que ganarás a lo largo de los años y además respecto a los problemas a los que te enfrentes aprenderás a resistir la frustración de no poder resolverlos todos y te harás más tolerante y adquirirás la capacidad de aceptar las cosas que no se pueden cambiar o no dependen de ti y esto lo irás aprendiendo a lo largo de la vida»
«En definitiva», dijo el genio, «te concedo que logres llegar a ser mayor. La vida la solemos presuponer pero es el mejor de los regalos».
«Ser mayor, mi querida niña, y llegar a mayor es un camino lleno de felicidades y penas, retos, obstáculos, soledades y compañías y a lo largo de ese camino, tras una larga vida, atesorarás la sabiduría de los años y aprenderás a entender a todos ya que cada cual debe construir su camino y llegarás a saber aceptar a cada uno como es y las cosas como son».
«Sin duda es el mejor regalo que un genio que no hace dioses puede dar», dijo la niña.