Seré capitán de barco y navegaré por los 7 mares.
Seré escritora y escribiré cuentos y libros.
Aprenderé idiomas y podré viajar por todo el mundo.
El maestro estaba muy contento con el entusiasmo de sus alumnos y las ganas que tenían de hacer cosas, él lo fomentaba, era un buen momento, estaban lanzados.
Yo seré deportista y competiré en los juegos olímpicos.
El maestro sonríe, el maestro es el tiempo y sabe que en esta época, a principios de septiembre nos replanteamos nuestra vida, justo después de vacaciones, justo después de esa regeneración que supone el cambio de aires y de actividades.
Seré bailarina y bailaré en los mejores tetros del mundo.
Sueños de un verano que está finalizando, ilusiones de una nueva oportunidad, un nuevo ciclo.
Con la antesala del otoño y la vuelta al tiempo ordinario vienen los propósitos, las promesas y los planes.
Nos prometemos apuntarnos a nuestras actividades favoritas o no tan favoritas y afrontamos el nuevo curso con esa ilusión, con esa valentía.
Es una forma de coger carrerilla, de nosotros dependerá que esos sueños e ideas se conviertan en un hábito que incorporaremos a nuestras vidas, pero ¿Y si empezamos de nuevo? ¿y si luchamos por recobrar nuestros sueños? los aires del próximo septiembre nos traerán de nuevo esa pregunta, además de organizar los colegios de los niños, preparar de nuevo el armario de invierno, comprar los libros, ajustar el calendario de actividades extraescolares, los madrugones, el trabajo… será este año o el siguiente pero la posibilidad de empezar de nuevo vendrá cada septiembre ineludiblemente y soñaremos con viajar por todo el mundo, marcar un gol histórico o simplemente aprender chino, ¿Por qué no?.
Lo importante es saber que se puede empezar de nuevo y que nunca es tarde para cumplir con nuestros sueños ya sean de verano o de invierno y que lo importante es precisamente eso: soñar.
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