Es una original forma de cubrir un espacio urbano, algo ya muy nuestro, como dicen los arroyanos. Un saludo en 316 lenguas, que se ofrece en piruletas a los que van o vienen a Arroyo. Es una correcta obra de Ángel Marcos Hernández. Que lucha contra el relato del Babel, que estudia Manuel Toscano.
Marcos es un fotógrafo, natural de Medina del Campo, semiólogo que acopla la imagen a su determinado entorno, que diseñó esta glorieta para fomentar un eje de entrada, con moderado equilibrio, como es su personalidad alejada de cargos y honores. En ella se ensalza la generosidad, concordia y pluralidad y se concede su sitio a la palabra que canta Blas de Otero. Decían en la vieja Roma: salúdame con cortesía y te contestaré con la tesera de la hospitalidad.
Ángel Marcos aquí es escultor, con una nueva forma de hacer escultura más próxima a la perfomance, a la obra abierta, “opera aperta” del medievalista italiano Umberto Eco, autor semiótico de “La estructura ausente”, novelista en “El nombre de la Rosa”. Es arte no figurativo. De ahí su abstracción, y su invitación a jugar e intervenir en la escultura con el pensamiento.
Y con esa apertura que da la glorieta del Hola, pienso en nuestra revista del saludo, como se expresan los que no quieren decir Hola. El trabajo que componían un matrimonio palentino, los Sánchez-Junco, en una época en que deseaban hacer soñar a los españoles con una vida aristocrática, sus trajes, la decoración de sus casas, en definitiva, una nueva forma de existir alejada de lo que les tocaba vivir. A mí el Hola me recuerda al diablo cojuelo que va por las casas tejado a tejado recorriendo la ciudad para ver en cada inmueble las cuitas familiares.
El Hola apareció en la prensa ahora hace 80 años. Después lo hicieron Lecturas, Garbo, Diez Minutos, hasta que llegó el destape con un texto más generalista en Interviú.
El Hola esta enraizado en la cultura española, protagonizando la prensa corazón que tiene su razón de ser en una sociología nacional, en un estado del país que va desde el incivismo de la guerra civil, al estado actual pasando por la supervivencia tras el conflicto.
Al despacho de sus dueños los Junco, llegaban fotografías de gente importante y cuando eran comprometidas no las publicaban, pero las compraba para ofrecerlas a sus protagonistas a cambio de un habitual reportaje de la revista, con fotos bien hechas, textos cuidados, composición de páginas perfectas y para los protagonistas la mejor forma de salir del atolladero.
Era lectura obligada en las salas de espera y proporcionaba evasión en puntos de natural tensión, a través de vidas de famosos.
Quizá ahora sea buen momento para brindar una de nuestras piruletas a Doña Mercedes Junco y su nieto, quien lleva con acierto la dirección de la empresa en la actualidad. Empresa que ha superado en España los 80 años.
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