Miguel, como cada miércoles, se despertaba para ir a trabajar. La riada ya había arrasado a su paso con todos los municipios aledaños a Valencia, pero el joven arroyano, sumido en una nube de desinformación, no era consciente aún de lo ocurrido, y junto a él, millones de personas en todo el país. «Hasta dos días más tarde, los habitantes de Valencia capital, realmente no hemos sido conscientes de la gravedad de lo ocurrido», comenta Miguel.
Primeras noticias
En cuanto se enteró de lo sucedido, el joven arroyano no dudó ni un segundo en hacer todo lo que estaba de su mano para ayudar a los afectados. «Los primeros días estuve en centros de recogida de alimentos, pero a partir del sábado decidí movilizarme hacia las zonas más afectadas para colaborar aún más», explica.
Benetússer, Massanassa, Catarroja o Alfafar son algunos ejemplos de los pueblos a los que Miguel, colaborando con agentes de la UIP fuera de servicio, ha acudido para poder aportar su granito de arena. «Hasta que no estás aquí, no eres consciente realmente de lo sucedido, hay familias que lo han perdido absolutamente todo», comenta Miguel. «La gente está durmiendo encima de colchones y sofás llenos de barro», concluye.
Tras más de una semana desde lo sucedido, las labores de limpieza siguen en marcha, los voluntarios continúan llevando agua y comida y los afectados siguen achicando agua de sus casas como pueden y buscando a sus familiares desaparecidos.
«La ayuda ha llegado muy tarde y es escasa. Hay pueblos en los que, cinco días después, no se ha empezado a retirar los muebles de las calles», añade Miguel. «Si la movilización hubiese sido más rápida se hubiesen conseguido salvar muchas más vidas, y encontrar a más desaparecidos», apunta. La normalidad tardará en llegar a la Comunidad Valenciana, pero gracias a la colaboración de voluntarios como Miguel, los afectados reciben cada día un nuevo rayo de esperanza.
30 palés de solidaridad
Arroyo ha respondido a la llamada del Ayuntamiento y en un tiempo record ha donado agua, y productos de primera necesidad, de limpieza e higiene recogidos en la Casa de Cultura. Trabajadores municipales, concejales del equipo de Gobierno y voluntarios han empaquetado hasta 30 palés que han llevado a la nave habilitada por la Diputación de Valladolid en La Cistérniga para centralizar desde allí los envíos a Valencia.