Mario, Jesús, Miguel Ángel, José, Esther, Félix, Laura, Daniel, José Javier, Rubén, Pilar, Francisco, Javier, Iván y José Miguel. La solidaridad de Arroyo tiene nombres propios en lo que a donar sangre se refiere. Estas quince personas han recibido la distinción de la Hermandad de Donantes de Sangre por su desinteresado gesto con el que ayudan a salvar vidas. Se trata de la insignia de bronce, con quince donaciones realizadas por las mujeres y veinte por los hombres.
Nueve de cada diez ciudadanos necesitarán sangre a lo largo de su vida”. Con esta potente frase comenzó su intervención en el acto, celebrado el pasado jueves 20 de octubre, la secretaria de la Hermandad, Pilar Alonso Meneses. Hizo hincapié en la importancia de concienciar a la ciudadanía para donar sangre, ya que “cuatro de cada diez personas son posibles donantes, pero tan solo uno de cada cien lo es”. En este sentido, el alcalde de la localidad, Sarbelio Fernnández instó a los arroyanos a dar el paso y hacerse donantes. “Este gesto que cada uno de los donantes habéis convertido en un hábito, en algo cotidiano, es importante que se contagie y que podamos incorporar más y más personas que quieran compartir su sangre”, destacó.
Cien donaciones
Además, el Pleno aprobó la prórroga del convenio de cesión del uso de la nave situada en el polígono de la Encomienda en la que se ubica el parq
Entre los nombres propios de los premiados, hubo uno que recibió más aplausos que los demás y no fue cuestión de favoritismo, si no de reconocimiento al centenar de donaciones de sangre que ha realizado a lo largo de su vida. José Miguel Fraile Fraile salió a recoger su distinción entre los aplausos y vítores de los asistentes al acto, con una sonrisa de oreja a oreja. “Es algo que no me cuesta nada y que ayuda a la gente que lo necesita, así que cómo no iba a hacerlo”. Por ello, lleva desde que alcanzó la mayoría de edad donando y tiene claro que continuará haciéndolo hasta que le dejen. “No me canso de donar porque no se deja de necesitar”, relata. Ahora, su objetivo es que su hijo, a punto de cumplir los 18, siga su ejemplo y también sea donante de sangre.
Los demás donantes que recibieron el reconocimiento compartían opinión sobre la importancia de este gesto. Daniel García Hernández explicaba antes del acto que empezó a donar porque encontró un autobús de donación en la calle. “Ví el bus y entré en él sin pensármelo”, cuenta.
“Eternamente agradecido”
El golpe de realidad del acto lo dio Secundino Sacristán, quien a sus 58 años necesita dos bolsas de sangre cada tres semanas porque sufre Talasemia. “Estaré eternamente agradecido a los donantes de sangre, gracias a ellos estoy vivo y contento de estarlo”, concluyó.