Durante la noche del 10 al 11 de mayo, aficionados a la astronomía estuvieron muy atentos al cielo para cumplir uno de sus sueños: ver y fotografiar autoras boreales desde estas latitudes. En Arroyo, David Cardeñosa, vecino de La Flecha desde 2006, fue uno de esos afortunados. «Había mucha expectación en el mundillo de la astronomía amateur», explica a El Nuevo Arroyo. El viento solar es mucho más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce cada 11 años. «Unos días antes», apunta, «se produjeron unas llamaradas solares que nos mandaron una serie de eyecciones de viento solar en dirección a la tierra». «Aunque suelen quedarse en nada había previsión de que generara una potente tormenta geomagnética, así que había expectación. El viernes al anochecer ya estaban llegando noticias de Centroeuropa de una enorme aurora, así que sin dudarlo me fui al primer sitio alto que tenía cerca, el Cotarro de la Horca». Es importante estar en un sitio con el horizonte despejado y oscuro, ya que «las auroras que vemos no están encima de nosotros sino a cientos o miles de kilómetros y vemos la parte de arriba, la que menos brilla y lo hace en tono rojizo». Desde el centro de Europa veían la parte de abajo de la aurora que luce verde y es más espectacular. David Cardeñosa no tenía demasiadas esperanzas, pero se plantó con el teléfono y el trípode a la espera de poder ver algo. «Al principio era un rojizo muy tenue, pero fue mejorando y sobre las 12 ya era visible a simple vista, aunque no tan nítido como se aprecia en las fotos», cuenta Cardeñosa, que llamó a su amigo David Laya, compañero de la Escuela Municipal de Música, y no dudo en acercarse con su cámara. El espectáculo pudo verse hasta la 1 de la mañana, momento en el que bajo la actividad.
Para Cardeñosa fue un evento único que no olvidará. «Nunca había visto una aurora boreal y menos desde España». Sin embargo, es optimista y aunque sabe que es extremadamente raro cree que podría repetirse otra vez. «Habrá que estar atentos a ver si hay suerte», comenta.
Se trata de un hecho histórico ocurrido tras la explosión de una de las mayores tormentas solares que se recuerdan. Estas auroras aparecieron por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra, según ha explicado la AEMET.
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