Como suele suceder en muchas familias, es habitual que alguno de los hijos sea la causa del insomnio y de las preocupaciones de los padres. En la gran familia de la Unión Europea este hijo díscolo se llama Hungría, pero no por ser Hungría y todo lo que significa, sino por quien la lidera desde hace bastantes años: Viktor Orbán.
Convirtiéndose en el segundo Primer Ministro de Hungría más joven de su historia, llega al poder en 1998 con 35 años, liderando al Fidesz-Unión Cívica Húngara. Durante este mandato Orbán lleva a cabo una reforma radical de la administración del estado y trata de fortalecer la figura del Primer Ministro.
Hungría adquiere un importante papel internacional en mayo de 1999 cuando, junto con Polonia y la República Checa, se une a la OTAN. Hungría es inmediatamente llamada a tomar decisiones de importancia como miembro de la alianza: el país opta por actuar como un participante pasivo en la intervención militar de la OTAN en Yugoslavia, su vecino del sur, a lo largo de la crisis de Kosovo.
Incapaz de contener la inflación, de acelerar los trámites para ingresar en la UE y bajo sospechas de corrupción, pierde las elecciones de 2002, en beneficio del Partido Socialista Húngaro. Pero en 2010 resurge políticamente y en las elecciones de ese año Orbán obtiene una mayoría suficiente para modificar la constitución. Es aquí cuando muestra sus verdaderas cartas e inicia una serie de reformas consideras por la UE como una violación de los derechos humanos – vulnera los derechos de los emigrantes y refugiados, silencia medios independientes, destituye jueces independientes, reprime a ONG,s, menoscaba los derechos del colectivo LGTB, etc. -.
A pesar de ello, Viktor Orbán ha ganado cuatro procesos electorales consecutivos (2010, 2014, 2018 y 2022), obteniendo mayoría absoluta en todos ellos.
En julio de 2014, Orbán manifestó la intención de que Hungría abandonara la forma de democracia liberal mostrándose a favor de la construcción de un «estado iliberal», con Rusia, China, Singapur y Turquía como ejemplos a seguir. En 2016, compañías cercanas a Orbán se hicieron con aproximadamente el 4 % de todos los contratos públicos, lo que desató las acusaciones de corrupción. Orban ha establecido una serie de redes económicas nepotistas y clientelares, financiadas en parte con fondos de la UE, que favorecen a políticos gubernamentales. Al mismo tiempo ha sido acusado de elaborar listas negras que incluían a más de 200 personalidades. En la crisis migratoria de 2015 no cumplió con la cuota que le correspondía alegando que los musulmanes no eran refugiados sino invasores. Se ha mostrado cercano a Putin, y tan solo acoge a los refugiados ucranianos, defenestrando al resto. Fue un dolor de cabeza para la OTAN al oponerse al ingreso de Suecia por sus críticas y falta de respeto al estado de derecho húngaro, y se ha convertido en una pesadilla constante para la UE, que parece solo puede actuar con el resorte de las sanciones económicas.
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