La fórmula del agua la dejó como una impronta la creadora del local Marta y Carlos han seguido con ella. No deja de ser paradójico y chocante que un establecimiento destinado a la venta de vinos y cervezas, entre otras muchas cosas, se llame agua.
Pero Carlos, su hermana Mayte y su hija Maytina en la cocina, decidieron como San Francisco de Loyola, que en tiempos de traspasos lo mejor es no hacer mudanzas; no se cambiaba el nombre.
Carlos ya tuvo con su hermano el Orfan´s, antiguo bar El Escudo con muy rica sepia, al lado de la cafetería Atlanta, la que tuvo un escalectric enorme, de moda entonces, que ocupaba toda una sala en la zona de las Once Casas, la que después se llamó calle del Portillo de Balboa en Valladolid.
Allí, en el cinematógrafo diseñado por mi compañero Luis Alberto Mingo, brillante profesional, estuvo la mayor pantalla curva de Valladolid, donde proyectaban tres cámaras simultáneamente, las de Cine Vistarama. Con esta sala se mataba al cinemascope con sonido estereofónico, lo que dio en llamarse cine de relieve sonoro.
Yo pude ver en la inauguración “La conquista del Oeste” de Walt Disney, “El Coloso en llamas” y “Terremoto” con efectos especiales que te removían la butaca. En el elegante ambigú de la Sala no se servían bocadillos ni gaseosas de bola, y por eso de rebufo entraban los mayores donde Carlos, a tomar un “periflús”.
Hoy Carlos te ofrece un lugar de encuentro en Arroyo, para empujar el año día a día los del Centro de Salud con buenos pinchos de tortilla, banderillas de bonito talla XXXL y una segunda puerta para relajarte con unos torreznos en el jardín.
Hoy no hace Sol, está nublo para el sursuncorda.
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