RAFAELA GARCÍA MÁRQUEZ. Lechera
Granada la vio nacer en 1968 y crecer hasta su boda en 1957. La mala suerte golpeó a su hermana haciéndola perder a sus mellizos, por lo que decidió coger sus maletas, su matrimonio y a sus hijos y emigrar a Arroyo de la Encomienda. Lo que era un pequeño pueblo que apenas tenía servicios la recibió con los brazos abiertos y su marido comenzó con el negocio lechero. “Mi padre vendía leche en el hueco de la escalera de nuestra casa y mi madre era la que se dedicaba a llevarla a otros puntos de venta”, cuenta su hija Mari Carmen debido a que Rafaela padece Alzhéimer y sus recuerdos quedaron almacenados en algún lugar del que ahora no puede sacarlos.
Pero a Rafaela la conocen todos los arroyanos. “Ha sido una mujer muy trabajadora y se ha recorrido las calles del pueblo para llevar leche a todos los rincones”, cuenta su hija. Empezó con una vaca y dos cabras para ganarse la vida y dar de comer a sus hijos, pero poco a poco el negocio creció y fue adquiriendo más animales. “Recuerdo que también teníamos conejos y que ella lo pasaba muy mal cuando alguna vaca o cabra enfermaba, pero hacía lo imposible por tirar del carro familiar y siempre hemos salido adelante”, recuerda Mari Carmen.
El Alzhéimer la ha golpeado y desde hace doce años su memoria ha mermado, pero en la de sus tres hijos todavía quedan los recuerdos que crearon y que les ha transmitido como madre. “Ella siempre nos decía que lo más importante en la vida era ser bueno y trabajar, era muy humilde y eso es lo más importante”, concluye Mari Carmen.