Estela Domínguez estaba llamada a convertirse en una de las grandes ciclistas del pelotón mundial. Su pasión por las dos ruedas le venía de cuna. Desde pequeña quiso seguir los pasos de su padre, ciclista profesional que llegó a vestir la maglia rosa en el Giro de Italia de 2002 y que participó en las olimpiadas de Sidney 2000. Toda una leyenda del ciclismo vallisoletano, que seguía vinculado al mundo de las dos ruedas. En 2007 fundó en Arroyo de la Encomienda, su actual lugar de residencia, el Club Ciclista Arroyo, un lujo para todas las familias que sabían que dejaban a sus hijos en buenas manos. Juan Carlos no solo se volcaba para inculcarles su amor por la bicicleta. Además era un ejemplo para los jóvenes que aprendían los valores por los que Juan Carlos Domínguez siempre ha destacado, superación, clase y mucha humildad. De la misma manera modelaba la carrera de su hija Estela Domínguez. Sin prisas, pero con pasos firmes y seguros. Estela apuntaba maneras y los equipos nacionales e internacionales lo sabían. «Era muy profesional pese a su juventud y se notaba muchísimo que su padre era exciclista», era el sentir general de sus entrenadores y equipos por los que pasaba.
El equipo Sopela Women’s Team apostó por el talento de Estela para construir la plantilla de 2023 con fichajes de toda España. Su equipo decidió el pasado 16 de febrero correr la Vuelta a Valencia, que reúne al mejor ciclismo femenino mundial, con solo seis corredoras, una menos que el resto, para recordar el hueco dejado por Estela. La Real Federación Española de Ciclismo también contaba con ella, era una fija de la selección sub-23, y tuvo la oportunidad de demostrar su valía en la Copa del Mundo celebrada en Benidorm. Estela, como su padre, amaba las dos ruedas y su clase se notaba en pista, en carretera, en BTT o en ciclocross, adaptándose en cada momento a las exigencias de cada carrera. Muchas niñas de Arroyo tenían en Estela el espejo donde mirarse y querían seguir sus pasos en este exigente deporte, en el que estaba llamada a ocupar la cúpula mundial.
Estudiaba Relaciones Laborales y Recursos Humanos en la Universidad de Salamanca y aprovechaba su tiempo libre para seguir entrenando. Precisamente en uno de esos entrenamientos, haciendo lo que más le gustaba, un camión se cruzó en su camino el fatídico 9 de febrero. Su muerte ha conmocionado al mundo del deporte. Su juventud, su prometedora carrera deportiva y su trágica muerte, ha estremecido a la sociedad española que ha mostrado su dolor y su apoyo a la familia. El pelotón, con mensajes de corredores de la talla de Perico Delgado, Valverde o Enric Mas, se ha volcado en redes sociales con mensajes de apoyo y cariño hacia la familia de la ciclista. «Una tristeza inmensa al enterarme de la noticia», escribió Pedro Delgado.
«Nadie se merece esto. Estela era una niña ejemplar, responsable y con un gran corazón». Las palabras de su padre Juan Carlos Domínguez, que una vez más ha sacado la casta ciclista, con un mensaje de agradecimiento a las muestras de apoyo recibidas, resumen el sentir de los deportistas, de sus amigos, vecinos y de toda la sociedad española.
Flores es Salamanca
Más de 350 ciclistas homenajearon a Estela Domínguez en Salamanca, en el punto donde fue arrollada. Corredores profesionales y aficionados de las escuelas de ciclismo dejaron flores en el lugar, exigiendo más respeto y seguridad para los ciclistas en las carreteras.