El rugido de las motos de gran cilindrada se siente en las calles de Arroyo durante todo el fin de semana pingüinero. Moteros de la zona sacan sus motos del garaje para acompañar, durante el primer fin de semana después de Reyes, a las miles de personas procedentes de toda la geografía nacional y de Europa que acuden a la concentración invernal más importante de Europa, Pingüinos, a sabiendas de que el frío siempre hace acto de presencia. Eso sí, también saben del calor de la amistad hecha a base de contar batallitas junto a la hoguera.
Clientes habituales
Y siempre vuelven. O al menos la gran mayoría. En esto coinciden los hoteleros de Arroyo, que durante este fin de semana tienen el hotel completo. «Reservan de un año para otro. Vienen de Andalucía, País Vasco, Madrid, Valencia, La Mancha, Navarra e incluso tenemos algún grupo extranjero», explica el director de los apartamentos Ribera, Carlos Frías. La VA-30 ha acercado la campa de la antigua hípica al municipio. Es el principal reclamo para los moteros más maduros, con un alto poder adquisitivo, parejas y grupos, que eligen Arroyo por su cercanía y la tranquilidad que ofrece. «Llevo más de quince años viniendo a Pingüinos y en Arroyo siempre encontramos un sitio bueno para comer. Está muy bien para desconectar un poco de todo el mogollón», explica José Antonio, un incondicional que llega desde Arévalo.
El director del hotel Jardín de la Abadía, José Oliveira, reconoce que es un evento importante en su agenda. «Tenemos clientes que repiten y dependiendo de la climatología hacen más vida en el hotel o menos», apunta. Ramón Montaña, director de operaciones del AC Santa Ana lo tiene claro: «si hace bueno hay muchos grupos que vienen ya el miércoles o el jueves anterior. Si hace frío vienen más tarde». Lo que está claro es que les encanta el ambiente de motos y no reparan en gastos.