El reto era descomunal, nunca nos habíamos enfrentado a ello, tuvimos pavor, pero salimos como Quijotes a luchar contra nuestros miedos y obstáculos pensando que eran gigantes inaccesibles, montañas inabarcables, dotadas de crueldad y vida propia… pero nunca hubo gigantes en la tierra, era nuestra imaginación que nos hacía ver como titanes imposibles de doblegar lo que eran molinos, lo que simplemente eran las dificultades a las que debíamos enfrentarnos.
Luchamos y luchamos, vencimos nuestros miedos y ganamos y nos dimos cuenta de que si nos enfrentamos a los problemas y si les hacemos frente con todas nuestras fuerzas da igual que sean molinos o gigantes, el valor vence a todos los miedos.
Y así, al tomar la decisión de luchar sin pararnos a pensar en la magnitud ni aspecto de los problemas, se produce la paradoja del gigante: Los problemas se vuelven pequeños y nosotros nos convertimos en los gigantes, pero la clave es que esa cualidad, el ser grande, el parecer enorme a los demás o a los mismísimos problemas es una cualidad que nos dan los otros y no se auto concede y solo se consigue con humildad, trabajo y valentía, si uno se cree grande se vuelve inmediatamente pequeño…. y vuelven los miedos y debilidades.
Todos nos enfrentamos a problemas día a día, a veces nos parecen gigantes, pero son molinos y aunque nos pareciesen descomunales si les hacemos frente con decisión seremos tan grandes que pasaremos sobre ellos de una zancada… pero no hay que olvidar la paradoja del gigante: para ser grande hace falta esforzarse, hacerlo con sencillez y tener el coraje para enfrentarnos a los gigantes… ¿o eran molinos?
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