A finales de marzo y principios de abril los más observadores pueden avistar a una de las rapaces que destaca por la belleza de su vuelo. Es el águila calzada que elige la frondosidad de los árboles de la ribera para criar a sus polluelos. Viene desde latitudes más sureñas, África o Andalucía, para pasar el verano. En octubre esta ave migratoria volverá a su territorio pese a que cada vez es más frecuente que se queden también en invierno.
El palentino, Jesús Sáez Aguado, descubrió su amor por la naturaleza en las montañas de su tierra, en Brañosera. Con 30 años se compró su primera cámara réflex y con el trípode al hombro se aficionó a fotografiar naturaleza. Ya jubilado como profesor de la Universidad de Valladolid pasea a menudo por el Parque de la ribera del Pisuerga para capturar a las más de medio centenar de aves que pueden verse en este gran enclave ribereño. Desde rapaces como el águila calzada, ratonera, culebrera, gavilán, cernícalos, mochuelos o autillos, hasta las elegantes garzas y garcetas, cormoranes o su ave preferida, la oropéndola, esquiva y muy difícil de observar con un canto aflautado que Jesús reconoce bien. «Su color amarillo, oro, es impresionante», apunta. Tiene miles de fotos de aves tan coloridas como el abejaruco, la abubilla, el carbonero, o jilgueros. «La exuberancia de los árboles de la orilla de enfrente hace que se puedan observar tantos ejemplares». «Esperemos que se mantenga», aclara. Pese a su amplia colección todavía busca esa imagen perfecta de su querida oropéndola o de un Martín Pescador, una foto que todavía no ha logrado captar en el parque de La Ribera.
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