Sé que hay duendes en el bosque porque reconozco sus formas cuando están dormidos, quietos, pueden adoptar formas de tronco, piedras y árboles.
Se mueven constantemente y tienen una actividad frenética pero no los consigo ver, los oigo y los siento y cuando creo que los voy a pillar solo puedo ver un árbol que no es un árbol porque tiene gorro y nariz de gnomo y hasta manos diminutas de gnomo…pero es un árbol.
A veces los duendes tienen forma de animales y tengo la suerte de ver un zorro, un jabalí, un ciervo o un rebeco, muchas veces se paran un instante y nos cruzamos las miradas, es solo un momento fugaz pero de recuerdo eterno.
En ese cruce de miradas está la historia del hombre sobre la tierra, cuando recién aparecidos en este planeta, somos conscientes de nuestra diferencia con los animales, de nuestra salida del bosque y cuando este se convierte en familiar y extraño a la vez.
Estos días de vacaciones habrán servido para relajarnos y tomar fuerzas para el nuevo curso y también para acercarnos a nuestra naturaleza; en el mar, en la playa, en la montaña, en nuestros bosques, España es un paraíso en diversidad: de paisajes, ecosistemas, fauna y flora.
Naturaleza que hay que cuidar, respetar y entender.
Hay duendes también en el cielo, parecen nubes pero si nos fijamos bien, son peces, caballos, adoptan multitud de formas pero en su espíritu late la fuerza de la vida, del agua…
La próxima vez que vayamos al campo tenemos que estar más atentos, la brisa que mueve las hojas, el reflejo de la luz del sol en el agua, el zumbido de los insectos, el aleteo de los pájaros, el croar de una rana a lo lejos o la visión de un pez….son signos de que los duendes están cerca, pero no tengáis miedo, aunque no los podamos ver, habitan en nuestro corazón desde siempre y solo quieren que sepas que están allí y que forman parte de nuestro mundo.
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