¡Qué deprisa va todo! Ya estamos a mediados de septiembre, ya tenemos a los chicos y chicas en las clases, ya no hace tanto calor, ya ha pasado la vuelta ciclista por Pucela y ya hemos ido a comprar unas sartenes a la feria de muestras. Además, los puestos de trabajo empiezan a no encontrarse con asientos vacíos entre sus filas y las piscinas a despedirse de su fiel clientela.
En nada, sentiremos el abrazo del siempre controvertido otoño que comenzará, con sus increíbles tonalidades marrones, ocres y rojizas, a conectarnos, de nuevo, con la rutina del día a día y a hacernos sentir que empezamos un nuevo ciclo para el que debemos cargarnos de energía e ilusión.
No somos pocos los que, realmente, sentimos que es ahora cuando empieza un nuevo año, una nueva etapa, un nuevo giro. Más, incluso, que el uno de enero, por mucho que lo llamemos “año nuevo”.
Yo, he de reconocer, que me gusta esta estación de recogimiento, de frescor contenido, de colchita en la cama. Me vuelve a enraizar con la tierra y a reflexionar sobre cómo afrontar los siguientes objetivos vitales que todos tenemos en la cabeza. Así que, es momento de coger fuerzas y de buscar motivaciones que nos hagan enfocar el horizonte para perseguirlo con perseverancia y tesón. Muchas veces, se nos hace duro porque miramos hacia atrás y visualizamos la playa donde estuvimos, las fiestas del pueblo, las acampadas en la montaña o los mega festivales veraniegos. Al final, todo son etapas que debemos atravesar y unas sin las otras no tendrían sentido. Hay que afrontarlas y disfrutarlas todas, siempre con esa actitud positiva que nos permitirá recorrerlas con paso fuerte y esperanzador.
Además, en breve, tenemos la feria del pulpo en nuestra cubierta plaza de toros, oye, que eso siempre levanta el ánimo, ¿no? je, je.
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